La leyenda que dio origen a la figura, al parecer se originó en Tarascón, un pequeño pueblo francés, de unos quince mil habitantes, cerca de Arles, a orillas del Ródano, donde se nos cuenta que un monstruo o dragón tenía atemorizados a los habitantes hasta que Santa Marta, hermana de María Magdalena, consiguió vencerlo. El rey de Tarascón había atacado sin éxito a la Tarasca con todas sus filas y arsenal, pero Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias y volvió a la ciudad con la bestia así domada. Los habitantes aterrorizados atacaron a la criatura al caer la noche, que murió allí mismo sin ofrecer resistencia.
En Tarascón se siguen celebrando desde la Edad Media unos juegos y procesiones que protagoniza un dragón, que persigue y atemoriza a los parroquianos.
Dragón original de La Tarasca
Cuenta la leyenda que era una especie de dragón con cortas patas parecidas a las de un oso, un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. Su cabeza era descrita como la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión.
La Tarasca, símbolo del triunfo del bien sobre el mal, la podemos ver cada año el miércoles de feria, es muy esperada en la ciudad, generando cada año multitud de críticas, va precedida de los tradicionales gigantes y cabezudos, que encarnaron a los Reyes Católicos y a los últimos reyes de la dinastía nazarí que gobernaron Granada, Boabdil y Moraima.
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